Esta es la historia como la imagino en mi cabeza, aunque seguramente fue un poco diferente:
C: Vamos a comprar desayuno?
V: Va
Los dos van por desayuno
V: Mmmm, no sé que quiero ¿y, tu?
C: A mi me da un poco de cebolla picadita, ¿porfi?
Señora del puesto: ¿Algo más con su cebolla?
C: No, así solita la amo ❤
V: Oye, pero nos la comemos aquí, para no apestar la oficina ¿no?
C: No, estoy segura que todos amarán el olor de cebolla cruda por la mañana
V: Tiene razón, fui un tonto ¡vamos!
Ambos cruzan el mercado tomados de la mano y corriendo, como si fuera una de esas películas románticas, donde los personajes corren tomados de la mano por el bosque, que terminan por crear un concepto imposible de lo que es el amor o una relación saludable. Todo termina cuando V se tropieza con un diablito que en algún momento fue azul y cae al suelo raspandose la rodilla derecha y haciendo un pequeña rotura en su pantalón.