Durante un tiempo en la primaria mi lugar estaba hasta atrás, pegado a la pared.
La decoración para alguna festividad incluía unos estambres que caían justo a un lado de mi lugar.
Se me figuraba una de esas cortinas que hacen de puertas, de las que salen en las películas.
En mi cabeza, era un puerta a un mundo paralelo. A veces, incluso hacía la finta de pasar por ahí. Nunca sabía a dónde iba a llegar, sólo sabía que iba a ser diferente.
Usaba la puerta cuando tenía un día muy malo o muy aburrido. Generalmente lo reservaba para los días malos, no me podía arriesgar a que un día aburrido se convirtiera en mala. Aburrido era mejor que malo.
A veces, me gustaría tener esa puerta para los días malos, pero ahora que lo pienso, cada instante es una puerta a un mundo paralelo en el que no sabremos que va a pasar, sólo sabemos que será diferente.
2 comentarios:
Qué padre era la primaria con sus tantas posibilidades.
Y... no. Padre, no era.
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